Cantautores repentinos
“Hay un ser de luz enterrado en mi bruma”. Cuántos pasos da el tiempo, mas el sentimiento que es remedio permanece intacto. La ley de mi vida sabe a pergamino y huele a primicia. Hay bruma que acosa y devora mi alrededor por acción mía, o proveniente de mí. Mi metaconsciencia es un tesoro, tan crustáceo y tan de oro. ¿Post diario o proto establo de mi memoria? Las luces apaciguan mis heridas invisibles, o las que yo cometí. A ella y a tí.
“Prometo volver a nacer”. Gritaba así la determinación que algún día habría de alcanzar.
Kafka biónico
“No me importarían mil fans si tuviera uno, pero como no tengo ninguno, voy a obtenerlos todos, así cuando pierda un fan no me importará, pues los tengo todos.”
Algo así le escuché a alguna persona en el bus, en camino a pedir devoluciones. ¿Estoy preparando revoluciones? Tampoco hay milagros hoy: quién pudiera, y qué conveniente sería para todo el puto mundo.
Porque todos necesitan validación. Incluso los que aparentan completa independencia. Ellos la reciben de otra fuente.”
Y yo no las tengo. Ví unas Air Force 1, y yo no las tengo. Te hago un favor y te ███, diría Jimena. Jimena Mendoza, Jimena Flores, Jimena Akalina. En las noches y entre crujidos mi densidad es fabulosa. Y yo no las tengo.
Líneas japonesas
Recalco la premisa siempre relevante de abreviar hasta hacer desvanecer todo aullido occidental, maldita comadreja infame. No quiero más pues me acontento con lo que me pertenece, que debe ser bastante. Eso digo que dijo alguien en el bus 🚎. Jamás te mentiría, así que no preguntes. Eso también es del transporte público 🚌. Cuál mejor primicia que una construcción mortal, esencialmente perversa, que entra y tergiversa, persigue e inventa, contigo de rehén, cosecha la cruda que vas a beber. Uno versus uno del alma, o de su respectiva simulación americana.
Torres Wilco
En mis quehaceres se encuentra la decidida maniobra que auspicia desenlaces icónicos. Supiera uno contrarrestar mil agujetas ásperas: sin necesidad de alzar un Picasso. ¿Para qué los quiero? ¿Y si luego me arrepiento? No podría… ¡El poder que tendría!
Torres Wilco y Ecatepec. Cuanta inmundicia en hojas y papel.
Una de mis letras decía ‘anoche me comí una estrella de metal’. El EP está por salir.
Dirán que este lugar, oh, puesto tan pulcro, se ha convertido en un plasmazo de ocurrencias recónditas e irreconocibles. No saben pues, bien que no saben (y bueno saberlo) que este es el nectar indiscriminado e infiltrado de mi ser: tu tan llamado diario personal, ahora en movimiento.
Iris Daidara
Leo tanto sobre virgo que canta, y de pronto enfurece hasta destrozar en llamas. Lástima el pasado que encubren mis pecados. Mas no puedo quedarme ahí.
El llamado ladrón coge emoción en la intemperie de su corazón. Suenan las alarmas. 🚨 🚨 🚨. No podría hacerte daño. ¿Entonces qué he hecho? Mis acciones resultan en cicatrices, tan largas que puedes meter las narices y olfatear tus entrañas que son tan de cocaína. ¿O acaso los altos cargos cortaron ahí, como si se tratara de una operación cerebral, y mi sal de mar en sal de infierno se convirtió? Iris. Oh, Iris. Leo tanto sobre virgo que canta. No podría hacerte daño. No te hice daño, ¿verdad? Por favor, dame absoluta razón.
Qué patético Borges, pensaría Jimena. Ni siquiera lo diría. ¿Todo cambiará tal día? No lo hará, y lo sé porque tú me lo revelaste. Debería de renunciar al deseo de conseguir. Según tú—según ustedes—tengo lo necesario y lo ignoro.
Letargos de fuente
Complicada y menosválida, Estér contaba anguilas lilas todas mías. Se lo susurré en inglés y tosiendo en picada. Así apagué su oscuridad. Desaste de todas mis ideas, le pedí. Todas las detesto, me respondió. En punto de acción y con poca precisión, mi azimut moderno no se lo pudo explicar. Indemne y perenne, mi flor de calcetas envuelve una raíz muy muy verde.
Mantenlos de lado, Estér. Esa vivencia de acinesia te va a dejar toda mensa. No te ahogues en esa canción, olor que no quema y sangre que envenena. Suspiro. Un alma así de ácima se cataloga como fragancia. No necesito testigos, Estér. Rézale a la suerte y te lo digo. Dímelo y jamás seré creído.
Mi delicada y dulce mequetrefe, la que vomita en bastiones pues todo se lo creen. Toda una mequetrefe, y yo tu mejor ación, pues me ajusto sin perder calidad.